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La crítica a la violencia de Walter Benjamin y algunas reflexiones.

16 enero, 2014

Hacer una crítica de la violencia hoy en día puede resultar sumamente importante, ya que la violencia se ha convertido en algo cotidiano, en una manera de manifestar la decadencia de nuestras sociedades, de nuestra cultura, de nuestras vidas. Hoy el tema de la violencia es el más relevante: violencia en la casa, en las escuelas, en la calle, etc. Revisando el texto de Benjamin, Para una crítica de la violencia podemos entender hasta dónde puede llegar la legitimidad de la violencia en nuestra sociedad.

Dice Benjamin: “En lo que concierne a la violencia en su sentido más conciso, sólo se llega a una razón efectiva, siempre y cuando se inscriba dentro de un contexto ético. Y la esfera de este contexto está indicada por los conceptos del derecho y de justicia”1. Es decir, es el derecho y la justicia los que han determinado cuándo es correcto el uso de la violencia y cuando es incorrecto. Cuando se hace violencia dentro del marco de la ley, está justificada, cuando se hace sin apego a la ley es crimen o delito.

Al parecer la violencia se usa como un medio, medio para un fin, y ese fin, podemos pensar sencillamente que es el de la justicia y el derecho. Al menos eso es lo que dice el discurso oficialista de quienes tienen el uso legítimo de la violencia. La misma se usa, se dice, para mantener el orden, en contra de quienes lo transgreden y a favor de los desprotegidos.

Hay una perspectiva de la filosofía del derecho que considera que la violencia siempre está justificada mientras se use con fines justos; sin embargo, como ya mencionamos, esos fines «justos», están generalmente determinados por leyes establecidas, formuladas para mantener cierto orden de las cosas.

Existen argumentaciones, por ejemplo la de Hobbes en su Leviatán que aseguran que el hombre es violento por naturaleza, tal que cuando viven en semejante estado, todos se atacan constantemente, por lo que es necesaria la formación de un Estado, un poder soberano que sea el único capacitado para el uso de la violencia, y el cual sólo la debe usar para procurar la justicia y la paz. Esa parece ser la idea que todos tenemos respecto al problema de la violencia, la admitimos por parte del Estado porque creemos que lo hace en pro del beneficio general.

Según Benjamin, tal manera de concebir la violencia es totalmente opuesta al de entenderla como un dato histórico; pero aunque se diferencian en eso, ambas posturas tienen algo en común, y es la idea de que “fines justos pueden ser alcanzados por medios legítimos, y medios legítimos pueden ser empleados para fines justos”2. La diferencia es que la postura del derecho natural busca “justificar los medios por la justicia de sus fines”, es decir, justificar la violencia porque gracias a ella se mantienen el orden y la paz, la justicia.

La postura histórica en cambio intenta “garantizar la justicia de los fines a través de la legitimación de los medios”, dicho de otra manera, garantizar que los fines coincidan con la justicia siempre y cuando la violencia sea legítima. Lo que podemos encontrar de todo esto, es lo que se ha mencionado desde un principio, que la aceptación de la violencia va ligada necesariamente a la búsqueda de la justicia.

La teoría del Hobbes parece coincidir con la realidad en la mayoría de las ocasiones, pues los individuos entregamos nuestro derecho al uso de la violencia a un poder soberano que lo usará de una manera más prudente, justa y objetiva. O al menos eso suelen pensar la mayoría de los individuos. A partir de entonces, el individuo pierde su capacidad de generar violencia para lograr su propios fines personales, y cuando intenta hacerlo suele ser de manera contraria al derecho, cuando éste ya se ha establecido y definido. El derecho coarta la capacidad del individuo del uso natural de la violencia, dando al Estado la única capacidad legítima para su práctica.

Respecto al estado de naturaleza, donde el uso de la violencia se hace de manera natural y constante según la postura Hobbesiana la vida del hombre es totalmente incierta.

En una situación semejante no existe oportunidad para la industria, ya que su fruto es incierto; por consiguiente no hay cultivo de la tierra, ni navegación, ni uso de los artículos que pueden ser importados por mar, ni construcciones confortables, ni instrumentos para mover y remover las cosas que requieren mucha fuerza, ni conocimiento de la faz de la tierra, ni cómputo del tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad; y lo que es peor de todo, existe continuo temor y peligro de muerte violenta; y la vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve3.

Hobbes es uno de los ejemplo más claros que pueden tenerse de justificación del monopolio de la violencia por parte del Estado. Donde no hay Estado que ejerza tal monopolio y controle las pasiones de los hombres, los intereses naturales y por lo tanto, la violencia natural, no existe ningún tipo de progreso humano según su teoría.

Podríamos responder a las argumentaciones de Hobbes con la crítica a la violencia de Benjamin cuando dice:

podría tal vez considerarse la sorprendente posibilidad de que el interés del derecho, al monopolizar la violencia de manos de la persona particular no exprese la intención de defender los fines del derecho, sino mucho más así, al derecho mismo. Es decir, que la violencia, cuando no es aplicada por las correspondientes instancias de derecho, lo pone en peligro, no tanto por los fines que aspira alcanzar, sino por su mera existencia fuera del derecho.4

El Estado como autoridad y como poder centralizado tiene una carga histórica apegada al uso de la violencia para no ser derrocado en sí mismo. Cuando el Estado usa la violencia en mayor grado suele ser en contra de opositores más que de delincuentes. La violencia estatal es más usada para contrarrestar el «desorden» que busca combatir el orden que impone el derecho que para castigar injusticias.

Según Walter Benjamin, y de acuerdo con él, el derecho actual parece temer a la violencia individual, «ilegítima». Cuando el derecho se formula y establece, como ya se mencionó, el derecho individual al uso de la violencia queda suprimido, lo cual, imposibilita la organización alternativa de individuos en contra del poder conformado de manera legal. El Estado y sus representantes normalmente no están dispuestos a perder el poder soberano otorgado por la generalidad, y más aún cuando han obtenido semejante poder a través de la conquista5. Se tiene el miedo constante a que los propios súbditos se rebelen y busquen liberarse de las cadenas invisibles de las leyes, y con lo cual el soberano dejaría de ser soberano y perdería el poder que tenía sobre los demás.

Benjamin recurre al ejemplo de la lucha de clases para ayudarse a ilustrar el temor que el Estado tiene hacia la violencia que se escapa a su monopolio. Cuando los obreros por ejemplo deciden irse a la huelga, lo hacen en busca de obligar a la patronal a mejorar sus condiciones de trabajo, es decir, lo hacen buscando cambiar el derecho. Si en un principio el derecho era que no tuvieran ningún tipo de prestaciones y con la huelga consiguen tenerlas, el derecho ha cambiado, y se ha hecho a partir de la violencia organizada de los individuos que no aceptaron seguir sometidos al derecho primero.

Entonces, con esa violencia no Estatal, puede conseguirse cambiar el derecho, el cual ya no va a ser como los dirigentes de una sociedad lo decidan, sino como los súbditos lo consigan, incluso podrían arrancar el derecho actual por completo para establecer otro, en busca tal vez de mayor justicia o condiciones de vida. Por ese motivo el derecho teme, no que se haga injusticia a partir de la violencia, sino que teme desaparecer en sí mismo.

Sin embargo, siguiendo el ejemplo de la huelga, y el mismo Benjamin hace tal distinción, hay dos tipos de huelgas, la política y la proletaria, y mientras una se somete también al poder estatal, la otra critica y es subversiva a la hora de la búsqueda de fines. Mientras que la huelga política dialoga con el Estado, se somete a sus reglas, se manifiesta tratando de modificar el derecho, el orden establecido y busca un acuerdo común entre ambas partes, la huelga proletaria “se propone como único objetivo, la liquidación de la violencia estatal”6.

Si la huelga general política busca tener mejores condiciones de trabajo, lo hace siempre bajo el marco de la misma ley. Aunque el Estado ceda y dé esos beneficios pedidos, sigue teniendo el control de los súbditos, pues ellos mismos han pedido la modificación a manera de permiso. La huelga general proletaria es subversiva en todos sus sentidos, no le pide al Estado que mejore sus condiciones, sino que las mejora por sí misma. “Si la primera concepción de la huelga es fundadora de derecho, la segunda es anarquista”7.

Benjamin hace otra distinción entre tipos de violencia, la mítica y la divina. Éstas,

son siempre contrarias. En tanto que la violencia mítica es fundadora de derecho, la divina es destructora de derecho. Si la primera establece fronteras, la segunda arrasa con ellas; si la mítica es culpabilizadora y expiatoria, la divina es redentora. Cuando aquella amenaza, ésta golpea”.

Según esta categorización, la huelga general política sería violenta en sentido mítico, mientras que la proletaria sería divina. La huelga general política busca establecer un nuevo derecho al pedir o exigir concesiones al Estado, busca que el derecho se re-formule, y eso es querer imponer un nuevo derecho, por eso es mítica. La huelga general proletaria busca destruir la violencia de Estado, es decir, busca liberarse del derecho, destruir el derecho, y por eso es redentora, divina.

La violencia divina no trata de imponer nuevas reglas, sólo busca destruir las existentes, liberarse de ellas. Todos los movimientos reformistas o revolucionario vendrían a ser violencia mítica cuando al final cambian una constitución por otra, o modifican la misma, pues sólo hacen violencia para imponer nuevas voluntades, nuevas reglas y nuevos amos. La violencia divina sólo se vendría a dar tal como Benjamin lo afirma, en una huelga (o movimiento) anarquista, el cual nunca terminara, porque buscaría constantemente liberarse, ya que en el momento que se terminara, quedaría sin alternativa posible, establecido un nuevo derecho, lo cual le haría perder el carácter divino.

Todo movimiento social que en su formación contiene pliegos petitorios, exigencias, demandas o cualquier tipo de objetivo definido resulta mítico. Incluso aquellas revoluciones anarquistas que plantean muerte al Estado y la libre asociación de los individuos en sociedades colectivas. Su nuevo derecho sería la libre asociación por lo que también sería fundadora de derecho.

La única manera de violencia divina es aquella que se levanta en la simple búsqueda de la liberación, de la destrucción del orden establecido. Los movimientos que no buscan imponer nada, los que no exigen otra cosa más que el desmantelamiento del derecho actual. Por eso no es posible una violencia divina que sea capaz de finalizar. La violencia divina nunca termina mientras sea divina, y cuando lo hace, ya no es divina y se hace mítica. La violencia divina es constante en su lucha por la destrucción de un orden.

Cuando dos sociedades diferentes se enfrentan en una guerra y una conquista a otra, la violenta míticamente. Cuando un Estado reprime a sus súbditos que se revelan ante él, lo hace en busca de mantener el orden del derecho, por lo que también es mítica. Al mismo tiempo quienes se revelan y hacen peticiones, buscan fundar un nuevo derecho. La violencia divina parece no estar en ninguna parte, porque todo movimiento violento conocido busca imponer alguna voluntad.

Así, el Estado teme a la violencia que se escapa de sus manos. No teme tanto a la huelga general política porque como ya se describió, la tiene controlada, y cuando se enfrenta a tal exigencia, los mismos huelguistas reconocen la autoridad que el Estado tiene sobre ellos, pues le piden que les mejore sus condiciones laborales. A lo que el Estado teme profundamente es a la huelga general proletaria, ya que es la que realmente se escapa a sus manos, pues no toma al Estado en cuenta, simplemente actúa, lo cual quita poder al soberano, quita poder al derecho, y como ya se analizó anteriormente, a eso es a lo que en realidad teme, a su propia desaparición y no tanto al uso de la violencia para cometer injusticias.

El Estado acostumbrado al poder y a sobreponerse encima de sus súbditos, no quiere abandonar su puesto, no quiere dejar de mandar sobre otros, y por esa razón teme a quien no lo toma en cuenta, teme a la huelga general proletaria, teme a la violencia divina que simplemente busca descomponer las estructuras del poder Estatal. De esta manera tenemos que la violencia no ejercida por el Estado es ilegítima, pues aunque suele buscar fines personales, no abarca lo que el derecho y la justicia establecidas dictan, y lo que dictan es tal como el Leviatán Hobbesiano afirma, el monopolio de la violencia por parte del poder soberano. De tal manera, ese poder puede asegurar su posición y su dominio. Si permite la violencia externa su existencia queda en peligro, y por lo tanto, ha de acomodar el discurso para que toda violencia que no se someta a su poder sea mala, injusta, injustificada e ilegítima.

Incluso se nos dice cotidianamente hoy en día en las diferentes «democracias» que la violencia es el medio que debemos evitar. Los gobiernos de toda la civilización (al menos la occidental) promueven el diálogo antes que la violencia, pero ellos mismos no toman la iniciativa. Los Estados siguen haciendo uso de la violencia contradiciendo su propio discurso. Fomentan el diálogo porque temen que la violencia externa acabe con su existencia, pero siguen protegiéndose a sí mismos a través de ella. Pero esa constante lucha es la que le sigue dando vida a la violencia divina, pues mientras haya un orden establecido que combatir, ella parece estar presente.

1Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia, p. 23.

2Ibídem, p. 24.

3Hobbes, Thomas, El Leviatán, México, Fondo de cultura económica, 1940, p. 103.

4Walter Benjamin, Op. Cit., Nota, 1. p. 26.

5Hobbes Distingue dos formas diferentes de conformar un estado: Por institución y por conquista. Cuando los hombres se ponen de acuerdo entre sí, para someterse a algún hombre o asamblea de hombres voluntariamente, en la confianza de ser protegidos por ellos contra todos los demás. En este último caso puede hablarse de Estado político, o Estado por institución. Cuando después de una guerra el vencedor ofrece al vencido su vida a cambio de su libertad y su sometimiento se forma un estado a través de la conquista. Hobbes, Thomas, El Leviatán, México, Fondo de cultura económica, 1940, p. 141.

6Walter Benjamin, Op. Cit., Nota, 1. p. 36.

7Ibídem, p. 37.

Reseña y reflexión sobre la película Blade Runner

19 marzo, 2013

Es una película futurista que se ubica seis años adelante de nuestra actualidad, es decir en el año 2019, en la cual, la humanidad ha «progresado» en tal medida que es capaz de crear androides que son casi humanos, casi porque la única diferencia que tienen aquellos es que no tienen de inicio sentimientos, ni recuerdos propios; sin embargo, cierto tipo de esos androides, los Nexus 6, podían desarrollar los sentimientos con el tiempo, por otro lado, a algunos les implantaban una serie de recuerdos para que su vida tuviera una coherencia con la realidad, pues un individuo sin recuerdos no tendría sentido ni consciencia de su existencia. Eso generaba una incomodidad para los humanos, ya que si así sucedía, después no podrían distinguirse de aquellos, por lo que el concepto de humano quedaba un tanto confuso, pues cómo se podría en una situación así definir cuál era humano y cuál no lo era.

Los androides, llamados en la película «réplicas», eran utilizados como esclavos de los humanos en otros planetas; pero al parecer, un grupo de ellos se reveló ante la humanidad y logró escapar a la tierra, por lo que un agente especial, Blade Runner tiene la tarea de buscarlos y matarlos. En el planeta tierra todo parece ser artificial, hay grandes edificios, animales artificiales (fabricados), naves, constante obscuridad y un ambiente que parece tan degenerado.

Es entonces la artificialidad la que tiene el dominio del mundo, pues ésta existe en mayor medida que el mismo ser humano. Todo aquello me parece una enorme crítica a la idea de progreso que tiene la humanidad de hoy, pues así es como podríamos ver nuestro planeta en algunos años si continuamos creando tecnologías que más que bien, hacen mal, no sólo a la humanidad, sino a todo el conjunto de naturaleza que somos.

Las réplicas en la película tenían cierta desventaja, planeada con anticipación por sus creadores, la cual consistía en vivir sólo 4 años. Pero nadie quiere vivir sólo 4 años, nadie que tenga sentimientos, como el miedo, por lo que aquellas réplicas buscaban la forma de agrandar su periodo de vida, por lo que van en busca de su creador, pues sólo él creen que es capaz de aumentarles el tiempo; sin embargo éste asegura la imposibilidad de semejante cuestión y es asesinado por su propia obra, por su propia creación.

Podemos entenderlo como un mensaje a la misma humanidad de que su progreso, su avance, su tecnología lo puede destruir, pues cuando se crean cosas sin pensarlas detenidamente antes de actuar, corremos muchos peligros respectivos a las consecuencias que nuestras creaciones nos puedan acarrear. La forma en que la réplica asesina a su creador, y la manera en que vemos el mundo, da a pensar que la humanidad está cavando su propia tumba.

El ser humano trata de tener el control de todo, y gracias a su poderoso razonamiento va bastante lejos; pero llega el momento en que todo se sale de control. Sucedió así con la rebelión de aquellas réplicas, y sucede así en la vida real, pues aunque la ciencia avance a pasos agigantados, nos damos cuenta también que las condiciones para vivir en este mundo son cada vez más miserables y difíciles, y todo porque aquel avance tecnológico se ha salido de control, el creador, el ser humano ya no es capaz de controlar todo aquello que ha devastado con su tecnología, y ahora el daño se le está devolviendo en gran medida.

Seguramente el hombre necesita regresar en el tiempo. O más bien dicho, voltear al pasado y recordar cómo es vivir en armonía con la naturaleza, sentirse uno mismo con ella, darse cuenta que no se trata de dominarla, sino de vivir a la par con los demás (humanos y no humanos). Parece que aunque el hombre se muestra satisfecho en este mundo creado de ciencia y tecnología, en el fondo anhela aquel mundo que él mismo ha destruido en su empeño por innovar su entorno, convirtiendo a aquello que quiso convertir para su conveniencia en mera materia de su destrucción.

La humanidad pues, ha perdido en la película (e incluso en nuestra realidad) su identidad como ser en el mundo y se ha dejado llevar por su raciocinio para ponerse sobre él y dominarlo, pero se olvidó en ese proceso que él mismo también es parte del mundo, y al querer dominarlo con tecnologías, termina con ellas dominándose a sí sin poder escapar. Es necesario y muy urgente re-reflexionar la ciencia para comprender si realmente vamos por el camino correcto y no perdernos en nuestro mismo mundo creado.

Jornadas Zapatistas a 50 años del asesinato de Rubén Jaramillo

18 mayo, 2012

Rubén Jaramillo Ménez, hijo de minero y campesina, nació al principiar el siglo XX en el Mineral de Zacualpan, del Estadod de México.

Le tocó ioncorporarse muy joven a la Revolución de 1910, en el ejercito zapatista. Por su decisión revolucionaria fue ascendido a capitán primero de caballería cuando apenas tenía 17 años. Los pobladores de la zona sur de Puebla y otras regiones colindantes con el Estado de Morelos lo apreciaban mucho por su comportamiento justo y valiente.

En 1918 el ejército zapatista se desintegraba, muchos jefes y soldados empezaban a dedicarse al pillaje, desoyendo la voz de Emiliano, o traicionaban la causa del pueblo pasándose con los carrancistas. En esas circinstancias, Rubén reunió a sus soldados y les dijo:

«Frente a las condiciones actuales de fatal decadencia revolucionaria nosotros de ninguna manera debemos ir a entregarnos en las manos de nuestros enemigos que, a base de fuertes compromisos con los norteamericanos y plutócratas nacionales, se han fortalecido reclutando gentes a sueldo para combatirnos. Pero en este caso, no son los muchos hombres los que triunfan, sino las ideas basadas en la justicia y el bien social y para no seguir el camino de los malos revolucionarios que no podrán sostenerse si antes no hacen daño al pueblo y que de seguro tarde o temprano tendrán que ir de rodillas ante el enemigo, nos vamos a diseminar los unos de los otros con el fin de reservar nuestras vidas para mejores tiempos y desde hoy la Revolución, mas que de armas, ha de ser de ideas justas y de gran liberación social… El pueblo, y más las futuras generaciones no podrán vivir esclavos y será entonces cuando de nueva cuenta nos pondremos en marcha, y aunque estemos lejos los unos de los otros no nos perderemos de vista y llegando el momento nos volveremos a reunir. Guarden sus fusiles, cada cual donde lo pueda volver a tomar».

Surgieron posteriormente los nuevos enemigos: ya no fueron los hacendados azucareros sino gentes con capital que compraban las cosechas, controlaban el comercio y acaparaban tierras. Estos ricos tramaron alianzas con una multitud de políticos surgidos de la Revolución, para juntos dominar, admeás de la agricultura, el gobierno y la riqueza pública del estado de Morelos.

Al dejar las armas Rubén, movido por su pasión libertaria emprendió luchas por el mejoramiento del pueblo, peleando contra los comerciantes acaparadores de las cosechas de arroz, contra los prestamistas, por formar uniones de crédito con el recién fundado Banco Ejidal, por comercializar directamente sus productos agrícolas, etc. Los ricos arroceros y comerciantes de la región de Jojutla, aliados con los políticos del nuevo régimen, se convirtieron en sus enemigos más feroces.

Rubén pensó que un ingenio grande, podría ser una buena forma de sustraer al pueblo del dominio de los ricos comerciantes y caciques y llevó su idea al general Cárdenas cuando éste andaba en campaña electoral. Gracias a la empeñosa iniciativa de Jaramillo se hicieron los estudios, presupuestos, etc.; Cárdenas ordenó la construcción y para el mes de marzo de 1938, en Zacatepec, empezó a trabajar el Ingenio Emiliano Zapata.

Aunque el Ingenio se fundó con el carácter de sociedad cooperativa, desde su fundación el gobierno lo ha manejado como su dueño y patrón, poniendo y quitando gerentes a conveniencia y por ello tendría el mismo destino de todas las empresas y secretarías de Estado, el de convertirse en botín de políticos. Este ingenio de limpio nombre, no podría sustraerse al sistema político mexicano en esa penosa fase de acumulación violenta de grandes masas de capital bajo el cobijo de las instituciones del Estado.

En este sistema Rubén Jaramillo hubiera tenido un «futuro brillante». Se le había asignado la dirección de una empresa estatal y como líder campesino tenía arraigo, excelentes condiciones para incursionar en las esferas del poder y la riqueza. Pero resultó ser un hombre que se rigió por sus principios y convicciones morales. Ni como presidente del consejo de Administración, ni como líder popular aceptó entrar a ese sistema político. Rubén fue un líder natural incorruptible, discípulo fiel de Zapata, y al no prestarse a corruptelas traicionando los derechos obreros y campesinos, fue declarado agitador y enemigo público, difamado y perseguido. Dan testimonio de ello sus compañeros de lucha.

Se convirtió en un obstáculo para que esa mina de oro pudiera engrosar las cuentas bancarias de políticos y funcionarios: tenía que ser eliminado. Primero lo destituyeron de su cargo. Después, como en su condición  de cañero y cooperativista seguía defendiendo los derechos de los campesinos y obreros, intentaron asesinarlo. Dos veces llegó la policía judicial hasta su casa pero no pudieron capturarlo. La tercera lo emboscaron policías y pistoleros, pero fracasaron. Jaramillo tomó entonces el único camino honrado que le dejaban: el de las armas.

En 1943 Rubén se armó y con varios zapatistas correligionarios y algunos hombres de lucha, se remontó al cerro en calidad de rebelde. Parecía el momento en que se volvieran  a reunir los viejos zapatistas que acordaron guardar sus fusiles donde cada cual los pudiera volver a tomar.

Rubén y su gente iniciaron entonces largos recorridos por todo el estado, dando a conocer de pueblo en pueblo el motivo de su lucha. Su popularidad creció, atrajo muchos hombres a sus filas y se ganó el apoyo de prácticamente todo el pueblo campesino, que le dio protección, abrigo y sustento durante su vida de lucha.

Rubén pudo apreciar que no se vivía una situación insurrecional, puesto que la lucha armada no se generalizaba en todo el estadoy en el país, las fuerzas que podían reunir eran pocas comparadas con las del gobierno.

Comprendió también que al andar alzado en el cerro, aunque le daba seguridad, resultaba benéfico para los enemigos, pues él y sus seguidores se apartaban del pueblo. Por ello aceptó la amnistía que le hizo el gobierno de Ávila Camacho. Rubén volvió a la vida civil en 1944.

Hacia el final de su vida organizó legalmente a miles de campesinos para colonizar tierras ociosas; supervisó cambios de comisariados ejidales bajo auspicio oficial y participó en un congreso estatal de la Liga de Comunidades Agrarias de la que pudo ser presidente por contar con la mayoría, pero no aceptó el desafío  por el riesgo evidente.

Simultanea o alternamente con ese tipo de luchas legales, Rubén tenía que ejercer la autodefensa de su movimiento: tuvo enfrentamientos con pistoleros en mítines o asambleas públicas; asestó golpes a la sanguinaria policía judicial que torturaba y mataba partidarios suyos; liquidó a varios caciques opresores y grupos de abigeos, ajustició a un jefe de la policía judicial del estado, etc.

Para la burguesía, la sola existencia de ese atrevido e insobornable hombre dispuesto a todo, era una desesperante pesadilla; por lo tanto, tenía que crear las condiciones para su eliminación segura, sin riesgo de fracasar, desde el centro mismo del poder, desde el gobierno federal.

El presidente López Mateos en 1958 le ofrece amplias garantías, le promete apoyo para resolver los problemas campesinos de su estado, lo subsidia con un sueldito de promotor de la CEIMSA, lo comisiona  para supervisar cambios de autoridades agrarias, le acepta un proyecto para colonizar tierras ociosas con miles de campesinos sin tierras. El plan era amansarlo y preparar su ejecución y Jaramillo aceptó la propuesta.

Sus compañeros más cercanos además de advertirle el peligro, le insistieron en la idea de dar un paso adelante en la organización revolucionaria. No obstante Rubén ya con casi sesenta años, parecía ceder ante la fuerza de la corriente contra la que había luchado desde la revolución. En sus últimos años críticos, su esposa y familia tiraban hacía donde lo deseaba el gobierno: la paz y tranquilidad.

Sólo cuando una casa donde se refugiaba en México fue asaltada por la policía, tratando de apresarlo y decomisarle sus armas, pareció decidido a salir de la tramposa legalidad que le había ofrecido López Mateos.

Pero por alguna razón poderosa, no bien conocida por sus amigos más cercanos, Rubén permaneció en su casa de Tlaquiltenango durante esos días críticos.

El 23 de mayo de 1962 llegaron los asesinos: la policía judicial del estado dirigida por el gobierno de Norberto López Alvear (1958-1964), por Heriberto Espinoza, alias «El Pintor»; tropas del ejército nacional comandadas entre otros por un capitán de nombre José Martínez y algunos pistoleros de Jesús Merino Fernandez, gerente del ingenio Emiliano Zapata. Apresaron a toda la familia, la subieron en vehiculos oficiales y a un lado de las ruinas de Xochicalco la acribillaron.

El crimen fue cometido directamente por el gobierno, sin pretextos, sin el más leve intento de ocultar su responsabilidad o de disfrazar de justicia su determinación asesina. fue un golpe seco de odio contra quien lo desafió con su honradez, un golpe de odio despótico para escarmiento de la rebeldía.

Ninguna palabra palabra es suficientemente fuerte para calificar este asesinato, porque es un crimen que en las personas de Rubén y su familia se cometió contra todo el pueblo oprimido de México y para sancionarlo hace falta algo más que todas las palabras de nuestro idioma.

Si algún deseo hubiera podido expresar Jaramillo a sus compañeros,  momentos antes de su muerte, sería sin duda que siguieran la lucha. Por eso hoy día aquí estamos y aquí seguiremos, continuando ese legado, esa tradición de lucha que tienen estas tierras zapatistas. Jaramillo y Zapata Viven, la lucha sigue! ¡Viva Tierra y Libertad! ¡Viva La Otra Campaña!

Este texto es un extracto de Los Jaramillistas, de Renato Ravelo Lecuona.

Crisis del sistema educativo y el papel de quienes desean la transformación.

26 febrero, 2012

La educación es sin duda el arma más poderosa para el buen vivir de una sociedad, ya que a través de ésta, los individuos aprenden a tomar buenas decisiones gracias al aprendizaje obtenido, aprendizaje que permite obtener conocimientos, comprenderlos, analizarlos y juzgarlos, para después aplicarlos en la vida propia y llevarla de la mejor manera posible. En palabras de Augusto Salazar Bondy, “educar es aquella praxis que acondiciona un medio y provoca ciertos efectos psicobiológicos en un individuo o grupo de individuos, con la mira de preservar y fomentar el desarrollo de éste”.1

Desafortunadamente, hoy en día en nuestra sociedad, el sistema «educativo» ha dejado a un lado el objetivo de educar a los individuos para promover un desarrollo sustentable, a cambio de un adiestramiento, en el cual, se enseña a los individuos a funcionar de cierta manera, no para beneficiarse a sí mismo ni a la sociedad, sino para beneficio de quienes mueven los hilos en lo alto de la pirámide del capitalismo.

Ciertamente a través de la historia, la educación ha estado orientada hacia el beneficio de quienes la imparten, y como los que la imparten son los grupos de poder en turno, es siempre una educación que promueve el sometimiento de la sociedad a tal grupo de dominio. Por ejemplo, en La Edad Media, era la Iglesia quien tenía el poder e impartían educación, pero una educación religiosa que promovía la sumisión a la divinidad de la institución. En la modernidad, donde la educación es tarea del Estado, se impartió una educación para que los súbditos se sometieran a su madre patria. En la actualidad, el grupo dominante es sin duda el mercado, y es éste quién manda también en la educación, orientándola al desarrollo económico-mercantil.

Simplemente hay que ver que toda la educación actual está totalmente al servicio de la producción de mercancías materiales y nulo lugar para la producción de pensamientos, de ideas, de reflexión. Materias como la filosofía son hechas a un lado por el gran monstruo del neoliberalismo, ya que ésta no genera capital para el mercado, al contrario promueve un sentido crítico entre los individuos que puede poner en peligro la «estabilidad» del orden establecido. Es decir, mientras la educación que han impartido los distintos grupos dominantes está encaminada a la sumisión, adiestramiento, sometimiento de un modo completamente “adaptativo, [en donde lo ideal] es transmitir al educando valores, actitudes e ideas ya establecidas, procurando que éste las reciba y adopte tal como se le dan”, nos quitan al mismo tiempo las herramientas para revolucionar esta situación y conseguir que la humanidad viva libre y con dignidad.2

Es una manera de adiestrar de gran utilidad para quienes ostentan el poder, quienes hoy prefabrican al individuo para que sea un zombie consumista, para hacerlo comprar hasta la cosa más insignificante e inservible que se pueda inventar. Con su «adiestramiento», no sólo en la escuela, sino de manera intensiva a través de los «mass media»3, crean nuevas necesidades en los espectadores, pero necesidades falsas, “que intereses sociales particulares imponen al individuo para su represión: las necesidades que perpetúan el esfuerzo, la agresividad, la miseria y la injusticia. Su satisfacción puede ser de lo más grata para el individuo, pero esta felicidad no es una condición que deba ser mantenida y protegida si sirve para impedir el desarrollo de la capacidad de reconocer la enfermedad del todo y de aprovechar las posibilidades de curarla […] Estas necesidades tienen un contenido y una función sociales, determinadas por poderes externos sobre los que el individuo no tiene ningún control […] No importa hasta qué punto se hayan convertido en algo propio del individuo, reproducidas y fortificadas por las condiciones de su existencia; no importa que se identifique con ellas y se encuentre a sí mismo en su satisfacción. Siguen siendo los que fueron desde el principio; productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión”.4

Por lo que, nos educan para consumir, mentalizandonos de tal manera que creemos que necesitamos trabajar para poder comprar lo que nos venden, y entre más trabajamos, más podemos comprar y más reprimidos estamos, acrecentando su dominio. Nos educan también de manera tecnócrata y deshumanizada. Una educación egoísta y competitiva, en donde aprendemos que si no aplastamos al otro, él nos aplastará, y como nadie quieres ser aplastado, hacemos siempre lo posible por pasar por encima de los demás.

Es así como funciona el sistema. Éste nos controla totalmente, adiestrando de tal manera que vivamos en “la cotidianidad mundana”5, una cotidianidad tan simple, tan banal en la que pasamos por el mundo desapercibidos, pero sin percibir también, olvidándonos del otro, olvidándonos de nuestro contexto. Vivimos de manera mecánica porque no somos capaces de reflexionar nuestro entorno, sino que simplemente pasamos por él en el día a día para funcionar sólo como nos han enseñado que debemos funcionar. Jamás nos detenemos a pensar en lo que hacemos, simplemente lo hacemos porque no tenemos tiempo para pensarlo, el tiempo debemos emplearlo en producir lo que nuestro sistema nos exige. En el momento en que alguien se sale de la cotidianidad, éste es conscientizado, es visto por los demás, es reconocido, pero es un reconocimiento negativo generalmente. Negativo porque quien se sale de la cotidianidad, quien se separa del camino en el que van las mayorías, altera el orden, es decir, hace el desorden, por lo que es mal visto, tachado, señalado y reprimido por los demás. Tal represión es una herramienta más del sistema opresor, el cuál utiliza a las masas alienadas por él mismo, para coartar a la oveja que se sale del rebaño.

Por todo esto es que debe haber un cambio radical en el sistema educativo. Debemos promover una “educación suscitatadora [como la propuesta por Bondy]. Justamente los factores de creación y novedad son los que definen el quehacer pedagógico que hemos llamado suscitador […] Lo predominante […] es la actividad del poder creador del sujeto, de aquello que hay de más original y libre en su ser personal […] Se busca que el alumno asuma ideas nacidas de la propia reflexión en comercio con el mundo y valores elegidos por decisión de su yo más auténtico y no por transferencia de patrones habituales sin resonancia vivencial ni autoridad sobre la conciencia más vigilante. No se enseñará pues inculcando ideas, valores y conductas ya configurados, sino en cualquier caso sirviéndose de ellos para preparar, vigorizar y ejercitar la capacidad de concebir ideas, inventar valores y adoptar nuevas formas de conducta.”6

Desafortunadamente, los grupos de poder nunca permitirán que tal tipo de educación se ponga en práctica, pues es un peligro para la seguridad de sus intereses personales, es por eso que continuamente están reformando la educación, quitando de las escuelas las pocas materias que permiten la formación del pensamiento crítico.

Eso no significa que sea un caso perdido. Y es precisamente tarea de quienes nos damos cuenta de este mal funcionamiento promover ese cambio liberador. Es nuestra responsabilidad como seres humanos críticos y éticos fomentar la transformación del orden establecido, que cambie a las personas para que dejen de funcionar como robots programados y comiencen a liberar su pensamiento y a funcionar como humanos conscientes.

El paso por el mundo de un hombre como apunta Freire, “no es algo predeterminado, preestablecido. Que mi destino no es un dato sino algo que necesita ser hecho y de cuya responsabilidad no puedo escapar. Me gusta ser persona porque la historia en que me hago con los otros y de cuya hechura participo es un tiempo de posibilidades y no de determinismo. Eso explica que insista tanto en la problematización del futuro y que rechace su inexorabilidad.”7 Es decir, cada uno de nosotros pasamos por el mundo haciendo historia, participando de él, y todo lo que hacemos y dejamos de hacer contribuye para todo cambio o estabilidad del mismo. El conjunto de relaciones en que participamos en el mundo nos conecta con todo y con todos, y aunque podemos pasar desapercibidos en la cotidianidad mundana, no podemos pasar sin participar de ella, pues participamos todo el tiempo, no siendo “sólo un objeto, sino también un sujeto de la historia.”8 Con cada acción que realizamos contribuimos a que algo cambie o a que algo siga igual, y siendo conscientes de nuestra situación contextual, es nuestra responsabilidad cada consecuencia de nuestro paso por el mundo. Siendo nuestra responsabilidad, es nuestro deber conducirnos para bien, con ética, ayudando a hacer un mejor mundo para vivir. Esta responsabilidad, es causa de nuestra “consciencia del inacabamiento”.9 Es decir, está consciencia de que al pasar por el mundo, participamos en él y lo modificamos, la cual fue también razón de que el hombre se hizo educable, ya que, al ser consciente de que cada una de sus acciones tendrá consecuencias, ya sean buenas o malas, necesariamente el hombre tuvo que buscar una manera de guiar sus decisiones para que generalmente las consecuencias sean positivas.

Entonces, no podemos ser pesimistas respecto a la transformación. Es nuestro deber hacer todo esfuerzo para conseguir un cambio radical en nuestra sociedad, cambio que sin duda lleva por delante una buena educación para las masas. Pero no podemos confiar más en el sistema dominante, pues a lo largo de siglos, como ya explique, aunque cambie el grupo que está en el poder, desde ahí la educación estará siempre orientada para mantener la hegemonía de quienes mueven los hilos. Ciertamente no podemos derribar este sistema de un solo tajo, pero podemos ir creando pequeñas infecciones al cuerpo político, infecciones que después puedan convertirse en cáncer, y luego en muerte de tal cuerpo. Las instituciones estatales no son la única manera de educarse (son sólo la única manera de tener un papel que te acredita). Hay maneras libres y autónomas de estar educado, y nos corresponde precisamente a los que somos conscientes del inacabamiento enseñar a la sociedad estas formas, formas autogestivas, independientes, libres, donde se fomente la educación suscitadora de Bondy.

Pero esto no se consigue sólo hablando, haciendo ensayos o escribiendo artículos, hay que actuar. Las personas que nos rodean, no estarán de acuerdo a escucharnos más si cuando les decimos que hay que ser críticos, éticos y justos en la realidad nosotros actuamos como borreguitos que no se salen de «los paradigmas aceptados» que fomentan la injusticia y la explotación. Es imposible abrirle los ojos al mundo cuando no comenzamos por demostrar que nosotros ya los hemos abierto. Hay que tomar la iniciativa, siempre existe la posibilidad de formar talleres de lectura de manera autogestiva, de hacer debates, de comentar experiencias. Pero no es la única manera de educar, también existe siempre la posibilidad de ayudar a las personas con sus problemas, sin esperar nada a cambio. Enseñar que la solidaridad es esencial, que cuando nos ayudamos unos con otros tenemos más posibilidades de bien vivir, y la solidaridad se enseña, siendo solidarios.

Cuando uno se solidariza con las personas, cuando se les ayuda con sus problemas, estas personas te reconocen como sujeto (y volvemos a la cotidianidad mundana y reconocimiento del otro), se dan cuenta que salirse de la cotidianidad no siempre es desagradable, porque te han visto salirte para brindarles tu ayuda y después, muchos están dispuestos a escucharte y esa es la oportunidad para ayudarles a conscientizarse.

Siendo que, desde la perspectiva reaccionaria nunca tendremos una educación que nos enseñe a conscientizarnos, a analizar nuestro entorno, a politizarnos, debemos hacerlo por nuestra cuenta. “Es una tarea que los educadores y las educadoras progresistas deben cumplir, dentro y fuera de las escuelas. Es una tarea que debe ser realizada por organizaciones no gubernamentales”10. Ciertamente ser educador en una institución ofrece una ventaja, que es la de tener a disponibilidad la atención de un grupo predispuesto a prestar atención y a aprender, lo importante es, como educador, no dejarse simplemente absorber por el sistema.

Pero además hay que trabajar también fuera de las aulas, seamos o no profesores. Si en las escuelas ofrecen solamente educación técnica, apolítica y neutra ante la realidad, es nuestro deber como personas éticas politizar a las personas que nos rodean diariamente, hacerles ver que no podemos pasar por la vida con una postura neutra ante las injusticias, ante la miseria, ante las guerras, como humanos deshumanizados, hay que despertar al pueblo. Eso es parte fundamental de una buena educación, cuando se aprende a ser políticamente activos y críticos, es cuando pasamos de estar adiestrados a estar educados, a ser humanos y no máquinas programadas, y entonces podemos aplicar nuestros conocimientos técnicos o científicos de una manera justa, ética y humana.

Pero no sólo se enseña con palabras, como ya mencioné, no es suficiente escribir o hablar, hay que actuar. Citando nuevamente a Freire, “El mejor discurso sobre él es el ejercicio de su práctica”11, “las cualidades o virtudes son construidas por nosotros al imponernos el esfuerzo de disminuir la distancia que existe entre lo que decimos y lo que hacemos. Este esfuerzo, el de disminuir la distancia que hay entre el discurso y la práctica, es ya una de esas virtudes indispensables -la de la coherencia”12.

El mundo se está cayendo a grandes pedazos, y es por eso que no podemos permitir que que tal situación continúe. Los grupos de poder no nos van a dejar el camino libre para destruirles su paraíso, por lo que hay que derribar sus defensas sea como sea. No podemos resignarnos, la utopía de un mundo más justo e igualitario no es imposible. Qué importa que nos llamen «ilusos y utopistas», si como lo dijo ya Flores Magón, “es a los ilusos y a los utopistas de todos los tiempos a quienes debe su progreso la humanidad. Lo que se llama civilización ¿qué es sino el resultado del esfuerzo de los utopistas?”13.

Quedarnos de brazos cruzados, esperando a que tal vez algún día llegue un mesías salvador por la vial legar o electoral, y que éste reformará la educación, es un farsante discurso más de la reacción. Decir al pueblo que espere pacientemente a que las cosas cambien de esa manera es una ofensa, porque es lo mismo que decirles que no luchen por la justicia para que dejemos de ser tratados como mercancía. Obviamente el gobierno nunca nos va a decir en sus escuelas que luchemos contra él, nunca se va a reconocer públicamente como enemigo de sus súbditos. El discurso de siempre, y es como nos educan es el de ser pacientes, pasivos, conformistas. Y que si no estamos conformes con lo que tenemos, si no nos gusta el régimen, que esperemos las elecciones para cambiarlo, porque es la única manera. ¡Claro que no! Esa es la única manera pero de preservar más de lo mismo, un sistema totalmente hipócrita que no quiere perder su poder.

Por eso debemos empezar a educarnos desde abajo, por nuestra cuenta, apoyándonos con la gente que nos rodea y creciendo cada día junto a ellos, enseñándoles y aprendiéndoles. Eso es a lo que me refería al decir que hay que crear pequeñas infecciones al cuerpo político. Cuando se creen muchas, el cuerpo estará débil y será fácil de derribar, y el que emergerá estará educado, por lo que no permitirá que uno como el anterior se imponga.

1Educación y Filosofía, Perú, Fondo Editorial, 1995, p. 15.

2Ibídem, pp. 17-18.

3Medios de comunicación masivos o de masas (término también muy utilizado directamente en Inglés: mass media) son los medios de comunicación recibidos simultáneamente por una gran audiencia, equivalente al concepto sociológico de masas o al concepto comunicativo de público.

4Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, España, Planeta-De Agostini, 1993, p. 35.

5Enrique Dussel, Introducción a una filosofía de la liberación latinoamericana, México, Editorial Extemporáneos, 1977, p. 86.

6Augusto Salazar Bondy, ob. cit., nota 1, pp. 18-19.

7Paulo Freire, Pedagogía de la autonomía, Brazil, Siglo XXI, 1996, p. 52.

8Ibídem, pp. 53.

9Ibídem, p. 55.

10Ibídem, p. 96.

11Ibídem, p. 92.

12Ibídem, pp. 63-64.

13Ricardo Flores Magón, La revolución mexicana, México, Editores mexicanos unidos, 2001, pp. 15-16.

Anti-SOPA, anti-copyright

19 enero, 2012

Últimamente suena mucho en todos lados el sunto de la ley SOPA, promovida por el congreso Estadounidense, la cual restringe la libre circulación del conocimiento en Internet.

Pero desde hace mucho tiempo hay mucha gente al rededor del mundo luchando por la libre circulación de la información, siendo éstas ignoradas por la gran mayoría de la población. Las personas que trabajan en medios libres, software libre, radios, formatos, licencias… Pero claro, el discurso de la propiedad intelectual, del copyright sirempre es reconociodo y justificado, «tenemos que pagar para disfrutar del trabajo de otros».

Y ahora que ya nos estamos viendo afectados por este tipo de políticas, es cuando queremos hacer algo. Pues ojalá lo consigamos, que la ley SOPA no se aplique… y desde ahora, aunque no se apruebe la ley, a boikotear a todas esas empresas que apoyan la iniciativa, a boikotear a microsoft… y yo diría que también a todos aquellos que «proptegen su trabajo» con copyright.

La creatividad se define compartiendola! Viva la libre circulación de la información, vivan los medios libres!

Cambio de uso suelo ¿Cuál es el problema?

18 noviembre, 2011

Actualmente, comunidades de Tlaltizapan Morelos se están viendo en la problemática de que se está cambiando el uso de suelo de tierras que hasta hace sólo unos meses eran para sembrar.

En lo que se conoce como “Los San Juanes”, muchas de las tierras cultivables que hace poco pertenecían a los ejidos de San Miguel 30 y Santa Rosa 30, hoy son propiedad privada de empresarios que han venido a construir diferentes obras sobre esas tierras fértiles, y todo no para beneficio de los pueblos, sino para el lucro personal, para sus propios intereses .

Justo ahora se está iniciando una obra de construcción de una nueva unidad habitacional, para lo cuál el consejo de pueblos ya ha apelado, pues el gobierno ha concedido el cambio de uso de suelo de tierras fértiles, y que además el nuevo proyecto afectará a las poblaciones originarias de la zona, pues el abasto de agua del manantial Chihuahuita que ya escasea, tendrá que ser repartido entonces entre más gente, de quienes seguramente los nuevos pobladores de las unidades tendrán prioridad.

Hace unos meses la población de Tetelpa tuvo un problema similar, Actualmente  la población de Tetelpa tiene un problema similar y el pueblo se organizó para impedir la construcción de las casas y lo consiguió, está en resistencia, eso demuestra claramente que con organización se puede conseguir que ese tipo de proyectos  no se reproduzcan. Del pueblo depende conservar nuestro campo o permitir que lo arrasen, quedandonos cada vez con menos flora y fauna a nuestro alrededor.

Además, debemos considerar que últimamente también se ha tenido problemas por la contaminación que provocan los habitantes de las unidades habitacionales que se construyeron en el Cerro de Atlacholoaya, po lo cuál, si se construye la nueva unidad, la cual estará aún más cerca, el impacto de contaminación será mayor para las comunidades de San Miguel y Santa Rosa.

Como dije, el consejo de pueblos ya apeló contra esa nueva obra, pero eso no es suficiente. Bien sabemos que el gobierno se puede pasar por abajo de la mesa esos procesos legales con tal de darle la preferencia a la empresa constructora, por eso, el pueblo necesita organizarse para hacer presión, para exigir la cancelación definitiva de tal obra.

Aquí algunas fotografías de nuestro campo invadido, tierras fértiles de Los San Juanes pisoteadas por el paso firme del capitalismo.

Conmemorando la Revolución Mexicana como fecha, olvidándola como hecho.

13 noviembre, 2011

Estamos a sólo unos días de la celebración del 101 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana. 20 de noviembre, un día festivo para los mexicanos, quienes al parecer sólo festejan porque tienen alguna idea de que la Revolución Mexicana trajo consigo un poco de justicia para el pueblo mexicano; sin embargo desconocen por completo la historia, y no me refiero sólo a lo que sucedía hace 100 años, sino a lo que ha sucedido a lo largo de todo este plazo de tiempo, sobre todo en la segunda mitado del siglo XX y lo poco que llevamos del XXI.

Pues no sucede gran cosa, simplemente los pequeños logros que se consiguieron con la Revolución mexicana, se están perdiendo, o más bien, nos los están robando impune y desvergonzadamente. La consigna «Tierra y Libertad», proclamada por Ricardo Flores Magón y retomada por Emiliano Zapata parecen ser sólo eso, una bella consigna que ha quedado absorbida por el discurso oficialista de la democracia.

Al día de hoy, la tierra y la libertad han vuelto a ser parte de la propiedad privada de quienes tienen el poder político, y sobre todo, económico. Es una tristeza darse cuenta de como los ejidos que con tanto esfuerzo fueron conquistados para los campesinos de México, estén regresando  de una manera tan vil a manos de los explotadores capitalistas. Todo esto a causa del podrido modelo neoliberal, que promueve una apestosa y desleal competencia, lo cual no permite al campesino sacar adelante una cosecha capaz de competir contra productos extranjeros que traen las multinacionales.

Los grandes capitalistas del mundo no se llenan, quieren arrebatar a la naturaleza su última gota de vida para poder producir hasta la última moneda posible, y la complicidad de estados corruptos y prostitutos como el de México, les hace posibles todos estos sueños de ambición y putrefacción. Poco a poco nos están arrebatando lo que se ha conquistado con sudor, lágrimas y sangre, mientras que a ellos no les cuesta nada, porque no lo luchan, sólo «reforman».

Pero como lo que importa es la fecha, qué más da, aquí seguimos, festejando algo que no tenemos. Desgraciadamente nuestro cariñoso gobierno nos impulsa a continuar con el festejo, porque así nos sentimos un poquito más felices de vivir en un país que hace 101 años iniciaba una lucha por la justicia, y que al día de hoy esa justicia sigue brillando por su ausencia.

Más bien, esa lucha aún continúa, y esa debería de ser nuestra manera de conmemorar, luchando y no sólo formando parte del rebaño convocado por quienes siguen siendo los opresores, explotadores, burgueses, imperialistas, rateros y sinverguernzas elitistas que nos hacen pensar que la revolución se consumó en aquella época y que nos invitan a celebrar con ellos porque hoy no hay nada más que hacer porque la justicia, libertad y democracia imperan. ¡No señores, La REVOLUCIÓN SIGUE! ¡Zapata vive, La lucha sigue! ¡Magón vive, la lucha sigue! ¡Viva Tierra y Libertad!

A 43 años, 2 de Octubre ¡NO SE OLVIDA!

1 octubre, 2011

43 años ya de aquella sangrienta tarde en la Plaza de las Tres culturas, en Tlatelolco. 43 años que México no olvida, y año con año conmemora esta fecha. Algunos lo vivieron, y ellos se lo cuentan a sus hijos y nietos, otros leen libros y artículos o ven videos y así es como se enteran, y entonces tal evento sacude su mente y sienten impotencia y rabia por tal hecho histórico, y aunque no lo vivieron, ahora lo sienten, y al analizar su presente saben que las cosas no han cambiado mucho, y se dan cuenta de que fue sangre derramada hasta la fecha en vano, porque las exigencias que esos jóvenes pedían fueron aplastadas por la prepotencia de un Estado terrorista que sigue en pie, sembrando más y más terror.

Hoy, a 43 años de que cientos de jóvenes, niños y ancianos, hombres y mujeres sintieron las balas que supuestamente cuidaban de su seguridad, atravesar sus cuerpos, 43 años de que otros cientos quedaron pasmados por tales escenas, miles de personas en todo el país continuamos la lucha de aquellos que dieron su vida por un México mejor. Ellos pedían que salieeran las fuerzas armadas de las instalaciones educativas, nosotros pedimos que desalojen las calles, ¡que regresen a su cuartel!

Aquella vez el pretexto era la «amenaza comunista», hoy, «la guerra contra el narcotráfico». Pero habemos quienes no nos tragamos tales cuentos y no nos dejamos engañar por sus viles mentiras. Habemos quienes nos damos cuenta de que son pretextos para poder mantener a sus mercenarios guardianes controlando la pasividad y conformismo del rebaño.

Los estudiantes de hoy tenemos muchos parecidos a los del 68, también tenemos sueños, también tenemos metas y objetivos que cumplir, también queremos vivir, pero vivir bien, con dignidad. Sin embargo a los de hoy nos hace falta continuar las luchas que iniciaron aquellos, construir la justicia y hacer pagar a los culpables y a sus sucesores que siempre han solapado el crimen. Para ello la memoria histórica es fundamental, porque es una trascendental herramienta para la victoria de las luchas sociales.

¡Unete pueblo!, decían los estudiantes del 68, ¡Unete Pueblo, no nos abandones!, pedían por la justicia y muchos recurrieron a sus llamados, pero alguien hizo callar sus demandas y hoy México no olvida, y sentimos el dolor de aquellos que cayeron y de aquellos a quienes les arrebataron a sus hijos. A quién no conmueve aquella fotografía de La noche de Tlatelolco en la que algunas mujeres llevan una manta que decía: «Las madres mexicanas apoyan a sus hijos», y después se los mataron.

Por eso hoy recordemos y hagamos recordar a los que ya olvidaron que la lucha sigue y que queremos justicia. Hagamos que se les retuerza la consciencia a los asesinos, hagamoles ver que no los vamos a dejar en paz, porque no se lo merecen.

PORQUE EL COLOR DE LA SANGRE JAMÁS SE OLVIDA, LOS MASACRADOS SERÁN VENGADOS, VESTIDOS DE VERDE OLIVO, POLÍTICAMENTE VIVOS. NO HAS MUERTO, NO HAS MUERTO, NO HAS MUERTO CAMARADA, TU MUERTE, TU MUERTE, TU MUERTE SERÁ VENGADA.

2 DE OCTUBRE ¡NI PERDÓN NI OLVIDO!
Colectivo Miserables Libertarios.

Asiste a la jornada conmemorativa de actividades.

Chetos: Chatarra sintética

21 julio, 2011