Queremos un mundo donde quepan muchos mundos, también el de nuestros hermanos de otras especies. No aceptamos el antropocentrismo, así como tampoco aceptamos muchas otras cosas de la ideología impuesta. Basta ya de discursos vacíos de falsos ecologistas que aseguran defender la vida, o de supuestos moralistas que nos piden respetar a los demás, y en su praxis demuestran que todo se queda en palabras. Nosotros actuamos y nos pronunciamos por la acción directa, le damos voz a aquellos que no la tienen, aquellos que no nos pueden decir con palabras su sentir, pero que lo expresan con sus miradas angustiosas y con sus dolorosos gritos.
La lucha por la liberación animal también es una revolución. Cuando escuchamos esa palabra generalmente pensamos en levantamientos a favor de la vida humana, porque claro que la necesita, pero vamos más allá. Así como pedimos derechos, respeto y libertad para nuestros hermanos de otros grupos étnicos, del otro sexo, de otras preferencias, de otras religiones, de otras nacionalidades, exigimos con toda nuestra fuerza combativa lo mismo para los animales de otras especies. No queremos más revoluciones a medias, revoluciones vanguardistas y excluyentes que benefician sólo a un grupo de individuos humanos los cuales posteriormente se vuelven tan viles y opresores como aquellos contra los que en un principio lucharon. Queremos una revolución que nos involucre a todos como seres vivientes de este mundo, una revolución que haga desaparecer de nuestra cosmovisión la idea de que hacen falta jerarquías que nos dividan en clases sociales, de las cuáles, los animales no humanos hoy en día ocupan la más baja categoría, pues en nuestra educación nos han impuesto que ellos son sólo mercancía, y que no tienen un interés propio por desarrollarse como seres vivos.
La liberación animal no es una cuestión de lástima o piedad por nuestros hermanos animales, es una cuestión de solidaridad, porque creemos que es posible, o más aún, que es necesario llevar la vida en un mundo en armonía con ellos. Basta ya de utilizarlos para nuestros fines, de mirarlos como objetos que podemos comprar o vender en una tienda de mascotas, de verlos como objeto de diversión o utilizarlos como carne de cañón para la experimentación en los laboratorios humanos.
Con la vida no se negocia, y tampoco se juega, y cada animal es una vida que merece su libertad. Cada perro de la calle levantado y asesinado en pro de la salud humana es un crimen, de la misma manera que lo son los levantamientos de jóvenes humanos. ¿Por qué una cosa nos aterroriza y nos llena de odio y la otra no? ¿Cuál es la diferencia si en ambos casos se le quita la vida a otro individuo? A muchos de nosotros como luchadores sociales nos llena de rencor el encarcelamiento de tantos compañeros de lucha que han sido privados de su libertad por el Estado, o de tantos pobres que están tras de los muros de las prisiones por robarse un pan para no morirse de hambre; sin embargo, pocos dirigen sus miradas a aquellos que están encarcelados bajo el único cargo de ser de otra especie. ¿Quién no ha pagado por el encarcelamiento de animales al visitar un zoológico, por asistir a un circo con animales? ¿quién en en su misma casa no ha arrebatado su libertad a un animal, al tener un ave o roedor enjaulados, o un perro atado con una cadena, literalmente como un esclavo personal? Es hora de acabar con todas estas prácticas especistas, ¡es hora de la liberación animal!
Por la liberación de todos los animales, humanos y no humanos…
Contra el Especismo, ¡tampoco daremos ni un paso atrás!