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La crítica a la violencia de Walter Benjamin y algunas reflexiones.

16 enero, 2014

Hacer una crítica de la violencia hoy en día puede resultar sumamente importante, ya que la violencia se ha convertido en algo cotidiano, en una manera de manifestar la decadencia de nuestras sociedades, de nuestra cultura, de nuestras vidas. Hoy el tema de la violencia es el más relevante: violencia en la casa, en las escuelas, en la calle, etc. Revisando el texto de Benjamin, Para una crítica de la violencia podemos entender hasta dónde puede llegar la legitimidad de la violencia en nuestra sociedad.

Dice Benjamin: “En lo que concierne a la violencia en su sentido más conciso, sólo se llega a una razón efectiva, siempre y cuando se inscriba dentro de un contexto ético. Y la esfera de este contexto está indicada por los conceptos del derecho y de justicia”1. Es decir, es el derecho y la justicia los que han determinado cuándo es correcto el uso de la violencia y cuando es incorrecto. Cuando se hace violencia dentro del marco de la ley, está justificada, cuando se hace sin apego a la ley es crimen o delito.

Al parecer la violencia se usa como un medio, medio para un fin, y ese fin, podemos pensar sencillamente que es el de la justicia y el derecho. Al menos eso es lo que dice el discurso oficialista de quienes tienen el uso legítimo de la violencia. La misma se usa, se dice, para mantener el orden, en contra de quienes lo transgreden y a favor de los desprotegidos.

Hay una perspectiva de la filosofía del derecho que considera que la violencia siempre está justificada mientras se use con fines justos; sin embargo, como ya mencionamos, esos fines «justos», están generalmente determinados por leyes establecidas, formuladas para mantener cierto orden de las cosas.

Existen argumentaciones, por ejemplo la de Hobbes en su Leviatán que aseguran que el hombre es violento por naturaleza, tal que cuando viven en semejante estado, todos se atacan constantemente, por lo que es necesaria la formación de un Estado, un poder soberano que sea el único capacitado para el uso de la violencia, y el cual sólo la debe usar para procurar la justicia y la paz. Esa parece ser la idea que todos tenemos respecto al problema de la violencia, la admitimos por parte del Estado porque creemos que lo hace en pro del beneficio general.

Según Benjamin, tal manera de concebir la violencia es totalmente opuesta al de entenderla como un dato histórico; pero aunque se diferencian en eso, ambas posturas tienen algo en común, y es la idea de que “fines justos pueden ser alcanzados por medios legítimos, y medios legítimos pueden ser empleados para fines justos”2. La diferencia es que la postura del derecho natural busca “justificar los medios por la justicia de sus fines”, es decir, justificar la violencia porque gracias a ella se mantienen el orden y la paz, la justicia.

La postura histórica en cambio intenta “garantizar la justicia de los fines a través de la legitimación de los medios”, dicho de otra manera, garantizar que los fines coincidan con la justicia siempre y cuando la violencia sea legítima. Lo que podemos encontrar de todo esto, es lo que se ha mencionado desde un principio, que la aceptación de la violencia va ligada necesariamente a la búsqueda de la justicia.

La teoría del Hobbes parece coincidir con la realidad en la mayoría de las ocasiones, pues los individuos entregamos nuestro derecho al uso de la violencia a un poder soberano que lo usará de una manera más prudente, justa y objetiva. O al menos eso suelen pensar la mayoría de los individuos. A partir de entonces, el individuo pierde su capacidad de generar violencia para lograr su propios fines personales, y cuando intenta hacerlo suele ser de manera contraria al derecho, cuando éste ya se ha establecido y definido. El derecho coarta la capacidad del individuo del uso natural de la violencia, dando al Estado la única capacidad legítima para su práctica.

Respecto al estado de naturaleza, donde el uso de la violencia se hace de manera natural y constante según la postura Hobbesiana la vida del hombre es totalmente incierta.

En una situación semejante no existe oportunidad para la industria, ya que su fruto es incierto; por consiguiente no hay cultivo de la tierra, ni navegación, ni uso de los artículos que pueden ser importados por mar, ni construcciones confortables, ni instrumentos para mover y remover las cosas que requieren mucha fuerza, ni conocimiento de la faz de la tierra, ni cómputo del tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad; y lo que es peor de todo, existe continuo temor y peligro de muerte violenta; y la vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve3.

Hobbes es uno de los ejemplo más claros que pueden tenerse de justificación del monopolio de la violencia por parte del Estado. Donde no hay Estado que ejerza tal monopolio y controle las pasiones de los hombres, los intereses naturales y por lo tanto, la violencia natural, no existe ningún tipo de progreso humano según su teoría.

Podríamos responder a las argumentaciones de Hobbes con la crítica a la violencia de Benjamin cuando dice:

podría tal vez considerarse la sorprendente posibilidad de que el interés del derecho, al monopolizar la violencia de manos de la persona particular no exprese la intención de defender los fines del derecho, sino mucho más así, al derecho mismo. Es decir, que la violencia, cuando no es aplicada por las correspondientes instancias de derecho, lo pone en peligro, no tanto por los fines que aspira alcanzar, sino por su mera existencia fuera del derecho.4

El Estado como autoridad y como poder centralizado tiene una carga histórica apegada al uso de la violencia para no ser derrocado en sí mismo. Cuando el Estado usa la violencia en mayor grado suele ser en contra de opositores más que de delincuentes. La violencia estatal es más usada para contrarrestar el «desorden» que busca combatir el orden que impone el derecho que para castigar injusticias.

Según Walter Benjamin, y de acuerdo con él, el derecho actual parece temer a la violencia individual, «ilegítima». Cuando el derecho se formula y establece, como ya se mencionó, el derecho individual al uso de la violencia queda suprimido, lo cual, imposibilita la organización alternativa de individuos en contra del poder conformado de manera legal. El Estado y sus representantes normalmente no están dispuestos a perder el poder soberano otorgado por la generalidad, y más aún cuando han obtenido semejante poder a través de la conquista5. Se tiene el miedo constante a que los propios súbditos se rebelen y busquen liberarse de las cadenas invisibles de las leyes, y con lo cual el soberano dejaría de ser soberano y perdería el poder que tenía sobre los demás.

Benjamin recurre al ejemplo de la lucha de clases para ayudarse a ilustrar el temor que el Estado tiene hacia la violencia que se escapa a su monopolio. Cuando los obreros por ejemplo deciden irse a la huelga, lo hacen en busca de obligar a la patronal a mejorar sus condiciones de trabajo, es decir, lo hacen buscando cambiar el derecho. Si en un principio el derecho era que no tuvieran ningún tipo de prestaciones y con la huelga consiguen tenerlas, el derecho ha cambiado, y se ha hecho a partir de la violencia organizada de los individuos que no aceptaron seguir sometidos al derecho primero.

Entonces, con esa violencia no Estatal, puede conseguirse cambiar el derecho, el cual ya no va a ser como los dirigentes de una sociedad lo decidan, sino como los súbditos lo consigan, incluso podrían arrancar el derecho actual por completo para establecer otro, en busca tal vez de mayor justicia o condiciones de vida. Por ese motivo el derecho teme, no que se haga injusticia a partir de la violencia, sino que teme desaparecer en sí mismo.

Sin embargo, siguiendo el ejemplo de la huelga, y el mismo Benjamin hace tal distinción, hay dos tipos de huelgas, la política y la proletaria, y mientras una se somete también al poder estatal, la otra critica y es subversiva a la hora de la búsqueda de fines. Mientras que la huelga política dialoga con el Estado, se somete a sus reglas, se manifiesta tratando de modificar el derecho, el orden establecido y busca un acuerdo común entre ambas partes, la huelga proletaria “se propone como único objetivo, la liquidación de la violencia estatal”6.

Si la huelga general política busca tener mejores condiciones de trabajo, lo hace siempre bajo el marco de la misma ley. Aunque el Estado ceda y dé esos beneficios pedidos, sigue teniendo el control de los súbditos, pues ellos mismos han pedido la modificación a manera de permiso. La huelga general proletaria es subversiva en todos sus sentidos, no le pide al Estado que mejore sus condiciones, sino que las mejora por sí misma. “Si la primera concepción de la huelga es fundadora de derecho, la segunda es anarquista”7.

Benjamin hace otra distinción entre tipos de violencia, la mítica y la divina. Éstas,

son siempre contrarias. En tanto que la violencia mítica es fundadora de derecho, la divina es destructora de derecho. Si la primera establece fronteras, la segunda arrasa con ellas; si la mítica es culpabilizadora y expiatoria, la divina es redentora. Cuando aquella amenaza, ésta golpea”.

Según esta categorización, la huelga general política sería violenta en sentido mítico, mientras que la proletaria sería divina. La huelga general política busca establecer un nuevo derecho al pedir o exigir concesiones al Estado, busca que el derecho se re-formule, y eso es querer imponer un nuevo derecho, por eso es mítica. La huelga general proletaria busca destruir la violencia de Estado, es decir, busca liberarse del derecho, destruir el derecho, y por eso es redentora, divina.

La violencia divina no trata de imponer nuevas reglas, sólo busca destruir las existentes, liberarse de ellas. Todos los movimientos reformistas o revolucionario vendrían a ser violencia mítica cuando al final cambian una constitución por otra, o modifican la misma, pues sólo hacen violencia para imponer nuevas voluntades, nuevas reglas y nuevos amos. La violencia divina sólo se vendría a dar tal como Benjamin lo afirma, en una huelga (o movimiento) anarquista, el cual nunca terminara, porque buscaría constantemente liberarse, ya que en el momento que se terminara, quedaría sin alternativa posible, establecido un nuevo derecho, lo cual le haría perder el carácter divino.

Todo movimiento social que en su formación contiene pliegos petitorios, exigencias, demandas o cualquier tipo de objetivo definido resulta mítico. Incluso aquellas revoluciones anarquistas que plantean muerte al Estado y la libre asociación de los individuos en sociedades colectivas. Su nuevo derecho sería la libre asociación por lo que también sería fundadora de derecho.

La única manera de violencia divina es aquella que se levanta en la simple búsqueda de la liberación, de la destrucción del orden establecido. Los movimientos que no buscan imponer nada, los que no exigen otra cosa más que el desmantelamiento del derecho actual. Por eso no es posible una violencia divina que sea capaz de finalizar. La violencia divina nunca termina mientras sea divina, y cuando lo hace, ya no es divina y se hace mítica. La violencia divina es constante en su lucha por la destrucción de un orden.

Cuando dos sociedades diferentes se enfrentan en una guerra y una conquista a otra, la violenta míticamente. Cuando un Estado reprime a sus súbditos que se revelan ante él, lo hace en busca de mantener el orden del derecho, por lo que también es mítica. Al mismo tiempo quienes se revelan y hacen peticiones, buscan fundar un nuevo derecho. La violencia divina parece no estar en ninguna parte, porque todo movimiento violento conocido busca imponer alguna voluntad.

Así, el Estado teme a la violencia que se escapa de sus manos. No teme tanto a la huelga general política porque como ya se describió, la tiene controlada, y cuando se enfrenta a tal exigencia, los mismos huelguistas reconocen la autoridad que el Estado tiene sobre ellos, pues le piden que les mejore sus condiciones laborales. A lo que el Estado teme profundamente es a la huelga general proletaria, ya que es la que realmente se escapa a sus manos, pues no toma al Estado en cuenta, simplemente actúa, lo cual quita poder al soberano, quita poder al derecho, y como ya se analizó anteriormente, a eso es a lo que en realidad teme, a su propia desaparición y no tanto al uso de la violencia para cometer injusticias.

El Estado acostumbrado al poder y a sobreponerse encima de sus súbditos, no quiere abandonar su puesto, no quiere dejar de mandar sobre otros, y por esa razón teme a quien no lo toma en cuenta, teme a la huelga general proletaria, teme a la violencia divina que simplemente busca descomponer las estructuras del poder Estatal. De esta manera tenemos que la violencia no ejercida por el Estado es ilegítima, pues aunque suele buscar fines personales, no abarca lo que el derecho y la justicia establecidas dictan, y lo que dictan es tal como el Leviatán Hobbesiano afirma, el monopolio de la violencia por parte del poder soberano. De tal manera, ese poder puede asegurar su posición y su dominio. Si permite la violencia externa su existencia queda en peligro, y por lo tanto, ha de acomodar el discurso para que toda violencia que no se someta a su poder sea mala, injusta, injustificada e ilegítima.

Incluso se nos dice cotidianamente hoy en día en las diferentes «democracias» que la violencia es el medio que debemos evitar. Los gobiernos de toda la civilización (al menos la occidental) promueven el diálogo antes que la violencia, pero ellos mismos no toman la iniciativa. Los Estados siguen haciendo uso de la violencia contradiciendo su propio discurso. Fomentan el diálogo porque temen que la violencia externa acabe con su existencia, pero siguen protegiéndose a sí mismos a través de ella. Pero esa constante lucha es la que le sigue dando vida a la violencia divina, pues mientras haya un orden establecido que combatir, ella parece estar presente.

1Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia, p. 23.

2Ibídem, p. 24.

3Hobbes, Thomas, El Leviatán, México, Fondo de cultura económica, 1940, p. 103.

4Walter Benjamin, Op. Cit., Nota, 1. p. 26.

5Hobbes Distingue dos formas diferentes de conformar un estado: Por institución y por conquista. Cuando los hombres se ponen de acuerdo entre sí, para someterse a algún hombre o asamblea de hombres voluntariamente, en la confianza de ser protegidos por ellos contra todos los demás. En este último caso puede hablarse de Estado político, o Estado por institución. Cuando después de una guerra el vencedor ofrece al vencido su vida a cambio de su libertad y su sometimiento se forma un estado a través de la conquista. Hobbes, Thomas, El Leviatán, México, Fondo de cultura económica, 1940, p. 141.

6Walter Benjamin, Op. Cit., Nota, 1. p. 36.

7Ibídem, p. 37.

El anarquismo de Pietro Gori

16 enero, 2011

Sobre el Estado

El Estado, el poder ejecutivo, el judicial, el adminis-trativo y todas las ruedas grandes o chicas de este mastodóntico mecanismo autoritario que los espíritus débiles creen indispensable, no hacen más que com-primir, sofocar, aplastar cualquier libre iniciativa, toda espontánea agrupación de fuerzas y de voluntad, im-pidiendo, en suma, el orden natural que resultaría del libre juego de las energías sociales, para mantener el orden artificial -desorden en sustancia- de la jerarquía autoritaria sujeta a su continua vigilancia. Magistralmente definió Giovanni Bovio el Estado: «opresión dentro y guerra fuera. Con el pretexto de ser el órgano de la seguridad pública, es, por necesi-dad, expoliador y violento; y con el de custodiar la paz entre los ciudadanos y las partes, provoca gue-rras vecinas y lejanas. Llama bondad a la obediencia, orden al silencio, expansión a la destrucción, civili-zación al disimulo. Como la Iglesia, es hijo de la común ignorancia y de la debilidad de la mayoría. A los hombres adultos se manifiesta tal cual es; el mayor enemigo del hombre desde que nace hasta que mue-re. Cualquier daño que pueda derivar a los hombres de la anarquía, será siempre menor que el peso que el Estado ejerce sobre ellos». Hacen creer los gobernantes, y el prejuicio es anti-guo, que el gobierno es instrumento de civilización y de progreso para un pueblo. Pero si bien se observa, se verá que, al contrario, todo el movimiento progresivo de la humanidad es debido al esfuerzo de individualidades, a la iniciativa anónima de las multitudes y a la acción directa del pueblo. El mundo ha marchado siempre hasta el presente, no con ayuda de los gobiernos, sino a pesar de éstos, y en éstos hallando siempre el continuo obstáculo directo e indirecto a su fatal andar. ¡Qué de veces los más gloriosos innovadores en ciencias, en arte, en política, no hallaron su camino barrado, mucho más que por los prejuicios y por la ignorancia de las multitudes, por los andadores y por las persecuciones gubernativas!

Cuando el poder legislativo y el gobierno aceptan y satisfacen en forma de ley o de decreto alguna nueva petición salida de la conciencia pública, es después de innumerables reclamaciones, de agitaciones extraordinarias, de sacrificios mil del pueblo. Y cuando los gobernantes se han decidido a decir sí, a reconocer a sus súbditos un derecho y, mutilado y desconocido, lo promulgan en los códigos, casi siempre aquel derecho se ha hecho anticuado, la idea es ya vieja, la necesidad pública de tal o cual cosa no se siente ya, y entonces la nueva ley sirve para reprimir otras necesidades más urgentes que se avanzan, que tienen que esperar a ser esterilizadas, hipertróficas, antes de que las reconozca una ley sucesiva.

Todo aquel que ha estudiado y observado con pasión los partos curiosos y extraños del genio legislativo, las leyes pasadas y las presentes, queda sorprendido al ver el sutil fraude que logra gabelar por derecho el privilegio, por orden el bandidaje colectivo, por heroísmo el fratricidio de la guerra, por razón de Estado la conculcación de los derechos y de los intereses populares, por protección de los honrados la venganza judiciaria contra los delincuentes, que como dice Quetelet, no son más que instrumentos y víctimas, al mismo tiempo, de las monstruosidades sociales.

Y cuando nosotros queremos combatir estos males, causa y efecto juntamente de tanta infamia y de tantos dolores, para derribar todo lo que dificulta el triunfo de la justicia, se nos llama «fautores del desorden».

Cierto; propiedad, Estado, familia, religión, son instituciones que algunas merecen la piqueta demoledora y otras esperan el soplo purificador que las haga revivir bajo otra forma más lógica y humana. ¿Pero querrá esto decir seriamente que se pasaría del «orden al desorden»? ¿Quién no desearía entonces, si se diese voz, tan contrario significado a las palabras, el triunfo del desorden?

Pero si las palabras conservan su significado, no pueden los anarquistas ser llamados amigos del desorden, ni aun considerando esto desde el punto de vista único de revolucionarios. En este histórico periodo de destrucción y de transición entre una sociedad que muere y otra que nace, los actuales revolucionarios son verdaderos elementos de orden. Tienen éstos en sus fosforescentes ojos la visión de la sublime idealidad que hace palpitar el corazón de la humanidad, que la empuja hacia el infinito ascendente camino de la historia.

Después del estampido del trueno, brilla sobre la cabeza de los hombres el bello cielo luminoso y sereno; después de la vasta tempestad que purifique el aire pestilente, estos militantes del porvenir señalan la primavera florida de la familia humana, satisfecha en la igualdad y embellecida con la solidaridad y la paz de los corazones. (Vuestro orden y nuestro desorden, 1889)

Fuente: http://www.nodo50.org/tierraylibertad/6articulo.html

¿Quiénes tienen la razón, los idealistas o los materialistas?

24 enero, 2010

Una vez planteada así la cuestión, vacilar se hace imposible. Sin duda alguna los idealistas se engañan y los materialistas tienen la razón. Sí, los hechos están antes que las ideas; el ideal, como dijo Proudhon, no es más que una flor de la cual son raíces las condiciones materiales de existencia. Toda la historia intelectual y moral, política y social de la humanidad es un reflejo de su historia económica.

(…) El hombre se ha emancipado, se ha separado de laanimalidad y se ha constituido como hombre; ha comenzado su historia y su
desenvolvimiento propiamente humano por un acto de desobediencia y de ciencia, es decir, por la rebeldía y por el pensamiento.

Tres elementos o, si queréis, tres principios fundamentales, constituyen las condiciones esenciales de todo desenvolvimiento humano, tanto colectivo como individual, en la historia: 1o la animalidad humana; 2o el pensamiento, y 3o la rebeldía. A la primera corresponde propiamente la economía social y privada; la segunda, la ciencia, y a la tercera, la libertad.

Los idealistas de todas las escuelas, aristócratas y burgueses, teólogos y metafísicos, políticos y moralistas, religiosos, filósofos o poetas, sin olvidar los economistas liberales, adoradores desenfrenados de lo ideal, como se sabe-, se ofenden mucho cuando se les dice que el hombre, con toda su inteligencia magnifica, sus ideas sublimes y sus aspiraciones infinitas, no es, como todo lo que existe en el mundo, más que materia, más que un producto de esa vil materia.

Podríamos responderles que la materia de que hablan los materialistas -materia espontánea y eternamente móvil, activa, productiva; materia química u orgánicamente determinada, y manifestada por las propiedades o las fuerzas mecánicas, físicas, animales o inteligentes que le son inherentes por fuerza- no tiene nada en común con la vil materia de los idealistas. Esta última, producto de su falsa abstracción, es efectivamente un ser estúpido, inanimado, inmóvil, incapaz de producir la menor de las cosas, un caput mortum, una rastrera imaginación opuesta a esa bella imaginación que llaman Dios, ser supremo ante el que a materia, la materia de ellos, despojada por ellos mismos de todo lo que constituye la naturaleza real, representa necesariamente la suprema Nada. Han quitado a la materia la inteligencia, la vida, todas las cualidades determinantes, las relaciones activas o las fuerzas, el movimiento mismo sin el cual la materia no sería siquiera pesada, no dejándole más que la imponderabilidad y la inmovilidad absoluta en el espacio; han atribuido todas esas fuerzas, propiedades y manifestaciones naturales, al ser imaginario creado por su fantasía abstractiva; después, tergiversando los papeles, han llamado a ese producto de su imaginación, a ese fantasma, a ese Dios que es la Nada: “Ser supremo”. Por consiguiente han declarado que el ser real, la materia, el mundo, es la Nada. Después de eso vienen a decirnos gravemente que esa materia es incapaz de reducir nada, ni aun de ponerse en movimiento por sí misma, y que, por  onsiguiente, ha debido ser creada por Dios.

(…)

Se concibe perfectamente el desenvolvimiento sucesivo del mundo material, tanto como de la vida orgánica, animal, y de la inteligencia históricamente progresiva, individual y social, del hombre en ese mundo. Es un movimiento por completo natural de lo simple a lo compuesto, de abajo arriba o de lo inferior a lo superior; un movimiento conforme a todas nuestras experiencias diarias, y, por consiguiente, conforme también a nuestra lógica natural, a las propias leyes de nuestro espíritu, que, no conformándose nunca y no pudiendo desarrollarse más que con la ayuda de esas mismas experiencias, no es, por decirlo así, más que la reproducción mental, cerebral, o su resumen reflexivo.

El sistema de los idealistas nos presenta completamente lo contrario. Es el trastorno absoluto de todas experiencias humanas y de ese buen sentido universal y común que es condición esencial de toda entente humana y que, elevándose de esa verdad tan simple tan unánimemente reconocida de que dos más dos son cuatro, hasta las consideraciones científicas más sublimes y más complicadas, no admitiendo por otra parte nunca nada que no sea severamente confirmado por la experiencia o por la observación de las cosas o de los hechos, constituye la única base seria de los conocimientos humanos.

En lugar de seguir la vía natural de abajo arriba, e lo inferior a lo superior y de lo relativamente simple a lo complicado; en lugar de acompañar prudente, racionalmente, el movimiento progresivo y real del mundo llamado inorgánico al mundo orgánico, vegetal, después animal, y después específicamente humano; de la materia química o del ser químico a la materia viva o al ser vivo, y del ser vivo al ser pensante, los idealistas, obsesionados, cegados e impulsados por el fantasma divino que han heredado de la teología, toman el camino absolutamente contrario. Proceden de arriba a abajo, de lo superior a lo inferior, de lo complicado a lo simple. Comienzan por Dios, sea como persona, sea como sustancia o idea divina, y el primer paso que dan es una terrible voltereta de las alturas sublimes del eterno ideal al fango del mundo material; de la perfección absoluta a la imperfección absoluta; del pensamiento al Ser, o más bien del Ser supremo a la Nada. Cuándo, cómo y por qué el ser divino, eterno, infinito, lo Perfecto absoluto, probablemente hastiado de sí mismo, se ha decidido al salto mortale desesperado; he ahí lo que ningún idealista, ni teólogo, ni metafísico, ni poeta ha sabido comprender jamás él mismo ni explicar a los profanos.

Todas las religiones pasadas y presentes y todos los sistemas de filosofía transcendentes ruedan sobre ese único o inicuo misterio. Santos hombres, legisladores inspirados, profetas, Mesías, buscaron en él la vida y no hallaron más que la tortura y la muerte. Como la esfinge antigua, los ha devorado, porque no han sabido explicarlo. Grandes filósofos, desde Heráclito y Platón hasta Descartes, Spinoza, Leibnitz, Kant, Fichte, Schelling y Hegel, sin hablar de los filósofos hindúes, han escrito montones de volúmenes y han creado sistemas tan ingeniosos como sublimes, en los cuales dijeron de paso muchas bellas y grandes cosas y descubrieron verdades inmortales, pero han dejado ese misterio, objeto principal de sus investigaciones trascendentes, tan insondable como lo había sido antes de ellos. Pero puesto que los esfuerzos gigantes -como de los másadmirables genios que el mundo conoce y que durante treinta siglos al menos han emprendido siempre de nuevo ese trabajo de Sísifo- no han culminado sino en la mayor incomprensión aún de ese misterio, ¿podremos esperar que nos será descubierto hoy por las especulaciones rutinarias de algún discípulo pedante de una metafísica artificiosamente recalentadas y eso en una época en que todos los espíritus vivientes y serios se han desviado de esa ciencia explicable, surgida de una transacción, istóricamente explicable sin duda, entre la irracionalidad de la fe y la sana razón científica?

Es evidente que este terrible misterio es inexplicable, es decir, que es absurdo, porque lo absurdo es lo único que no se puede explicar. Es evidente que el que tiene necesidad de él para su dicha, para su vida, debe renunciar a su razón y, volviendo, si puede, a la ingenua, ciega, estúpida, repetir con Tertuliano y con todos los creyentes sinceros estas palabras que resumen la quintaesencia misma de la teología: Credoquia absurdum. Entonces toda discusión cesa, y no queda más que la estupidez triunfante de la fe. Pero entonces se promueve también otra cuestión: ¿Cómo puede nacer en un hombre inteligente e instruido la necesidad de creer en ese misterio?

Bakunin, Mijail, Dios y el Estado.

No al nombramiento de Arturo Chávez y Chávez

19 septiembre, 2009

POR LA JUSTICIA Y EL RESPETO A LOS DERECHOS HUMANOS RECHAZAMOS EL NOMBRAMIENTO DE ARTURO CHÁVEZ CHÁVEZ COMO PROCURADOR GENERAL DE LA REPÚBLICA

Quienes hemos trabajado en defensa de los derechos humanos, en particular los de las mujeres, contra el feminicidio y contra la impunidad consideramos intolerable que se pretenda nombrar al más alto cargo en la procuración del país a un funcionario que por acción y omisión ha contribuido a la persistencia de la injusticia y la impunidad.

- Como delegado de la PGR, subprocurador y procurador en Chihuahua, Arturo Chávez Chávez tenía la obligación de actuar conforme a derecho y debido proceso en los casos de feminicidio. En cambio, durante su gestión, los casos de feminicidio en Ciudad Juárez persistieron, aumentaron y quedaron sin castigo.

- En vez de procurar justicia, durante su gestión, se maquinó la fabricación de culpables, como en el caso Shariff Shariff, se perdieron expedientes, se incurrió en dilación de justicia y se entorpecieron las investigaciones.

- Altos funcionarios bajo su mando fueron denunciados públicamente como vinculados con el narcotráfico

- La recomendación 44/1998 de la CNDH, señala claramente que el desempeño omiso e ineficiente de Chávez Chávez ameritaba que se le investigara, conforme a la Constitución de Chihuahua y la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos.

- Los informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, la Comisión de Expertos de la ONU contra la Droga y el Delito, entre otros organismos nacionales e internacionales señalan claramente la vinculación entre colusión, impunidad y persistencia de la violencia criminal, e incluyen recomendaciones para remover o enjuiciar a este funcionario.

El Estado Mexicano requiere una reconstrucción urgente del sistema de procuración de justicia para responder mínimamente a las demandas de justicia de sus ciudadanos y para cumplir con sus obligaciones nacionales e internacionales.

Es inaceptable que, por el contrario, se pretenda entregar la PGR, a un enemigo de la justicia.

Exhortamos al Senado de la República a no ceder a intereses particulares ni a la desidia y a cumplir con su obligación constitucional de velar por la preservación de la legalidad y la justicia, y con los compromisos internacionales en defensa de los derechos humanos y los derechos de las mujeres.

Por ello y en memoria de las mujeres y niñas asesinadas en Ciudad Juárez y en solidaridad con las víctimas de amenazas, desapariciones y asesinatos que quedaron impunes bajo la gestión de Chávez Chávez en Chihuahua, demandamos a las senadoras y senadores que no ratifiquen su nombramiento como Procurador de la República.

Fuente: http://mexico.indymedia.org/

Matrimonio y amor.

26 julio, 2009

La noción popular del matrimonio y el amor los presenta como términos sinónimos, que tienen los mismos motivos y que satisfacen las mismas necesidades, y como la mayoría de las nociones populares, no se basa en los hechos reales, sino en la superstición.

En matrimonio y el amor no tienen nada en común; están tan lejos entre sí como los dos polos, e incluso son antagónicos. Por supuesto, algunos matrimonios han sido producto del amor, pero no porque el amor pueda afirmarse solamente en el matrimonio, sino más bien porque muy poca gente puede prescindir por completo de las convenciones. Existen hoy gran número de hombres y mujeres para los que el matrimonio no es más que una farsa y que, sin embargo, se someten a él por miedo a la opinión pública. En todo caso, aunque es verdad que algunos matrimonios se basan en el amor y que en algunos casos el amor persiste durante la vida de casados, sostengo que esto sucede a pesar del matrimonio , y no por él.

El matrimonio es ante todo un acuerdo económico, un seguro que sólo se diferencia de los seguros de vida corrientes en que es más vinculante y más riguroso. Los beneficios que se obtienen de él son insignificantes en comparación con lo que hay que pagar por ellos. Cuando se suscribe una póliza de seguros, se paga en dinero y se tiene siempre la libertad de interrumpir los pagos. En cambio, si la prima de una mujer es su marido, tiene que pagar por el con su nombre, su vida privada, el respeto hacia sí misma y su propia vida (hasta que la muerte los separe). También el hombre paga su tributo, pero como su esfera de vida es mucho más amplia, el matrimonio no lo limita tanto como a la mujer. Las cadenas del marido son más bien económicas.

Tal vez la culpa de la inferioridad de la mujer sea la mala calidad de la materia prima utilizada. En todo caso , la mujer no tiene alma, y por lo tanto, no hay nada que saber sobre ella. Además, cuanto menos alma tenga una mujer, mejor dotada estará como esposa, más dispuesta estará a anularse en favor de su marido. Es precisamente esa aquiescencia servil ante la superioridad del hombre lo que ha permitido que la institución del matrimonio se mantenga aparentemente intacta durante mucho tiempo. Ahora que la mujer está convirtiéndose en un ser independiente y que se está dando cuenta de que significa algo al margen de su dueño, comienza a socavarse la sagrada institución del matrimonio y ninguna lamentación sentimental puede reforzarla.

La inconsistencia de la respetabilidad necesita el voto matrimonial para que la obscenidad se convierta en el lazo más puro y sagrado, que nadie se atreve a poner en cuestión o a criticar. Se mantiene a la futura madre y esposa  en la más absoluta ignorancia de su única posesión en el mercado, el sexo. De esa forma, inicia unas relaciones que durarán toda la vida con un hombre, para encontrarse sorprendida, asqueada y ultrajada más allá de toda medida por el instinto más sano y natural, el sexual. No creo equivocarme al afirmar que gran porcentaje de la infelicidad , la miseria, la desgracia y el sufrimiento físico del matrimonio se debe a la indiscutible ignorancia de las cuestiones sexuales, a las que se considera una gran virtud. Tampoco me parece una exageración afirmar que más de un hogar se han ido al pique por esta deplorable realidad.

Sin embargo, a la mujer libre y lo bastante adulta para aprender los misterios del sexo, sin la sanción del Estado o de la Iglesia, se la condenará y tachará de indigna de convertirse en la esposa de un hombre (bueno), cuya bondad consiste en tener una cabeza vacía y mucho dinero.

La norma moral que se inculca a la joven no es preguntarse si el hombre ha despertado su amor, sino cuánto gana. El único Dios y la única cosa importante de la vida pragmática americana es: ¿Puede el hombre ganarse la vida? ¿Puede mantener a una esposa? Eso es lo único que justifica el matrimonio. Poco a poco se van saturando con ello los pensamientos de la muchacha que ya no sueña con los claros de luna y besos, con risas y lágrimas, sino con ir de compras y con rebajas en las tiendas. Esa pobreza de alma y esa sordidez son los elementos inherentes a la institución del matrimonio. El Estado y la Iglesia  no aprueban ningún otro ideal, simplemente porque es ese el que ambos necesitan para controlar a los hombres y a las mujeres.

Por supuesto, existen personas que siguen poniendo  al amor por encima del dinero, especialmente entre las clases cuya necesidad económica les ha obligado a bastarse a sí mismas. El tremendo cambio en la situación de la mujer derivado de ese importante factor es enorme si se piensa que ésta ha ingresado hace poco tiempo en el mundo de la industria.

Pero ¿cómo se protegería a los hijos si no fuera por el matrimonio? Después de todo, ¿no es ésta la consideración más importante? ¡Que gran impostura e hipocresía! El matrimonio protege a los hijos y, sin embargo hay miles de niños abandonados y sin hogar. El matrimonio protege a los hijos y, sin embargo, los orfelinatos, hospicios y reformatorios están rebosantes.

Tal vez con el matrimonio se pueda llevar el caballo al agua, pero ¿tiene acaso la facultad de hacerlo beber? La ley puede tal vez  detener al padre y meterlo a la cárcel, pero ¿ha satisfecho el hambre de los niños? Si el padre no tiene trabajo o esconde su identidad, ¿qué puede hacer entonces el matrimonio? Invoca a la ley para llevar al hombre ante la justicia y encerrarlo, pero el producto de su trabajo no va a parar al niño, sino al Estado.

El amor, el elemnto más fuerte, y profundo de toda vida, presagio de esperanzas, de alegría, de éxtasis; el amor, que desafía a todas las leyes, a todas la convenciones; el amor, el más libre, el más poderoso modelador del destino humano, ¿cómo puede esa fuerza todopoderosa ser sinónimo de ese pobre engendro del Estado y de la Iglesia que es el matrimonio?

El hombre ha comprado cerebros, pero todos los millones del mundo no han logrado comprar el amor. El hombre ha conquistado naciones enteras, pero todos sus ejércitos enteros no podrían conquistar el amor. El hombre ha condenado y aprisionado el espíritu, pero no ha podido nada contra el amor. Encaramado en un trono, con todo el esplendor y pompa que pueda procurarle su oro, el hombre se siente pobre y desolado si el amor no se detiene a su puerta. Sí, el amor es libre y no puede medrar en ningún otro ambiente. En libertad, se entrega sin reservas, con abundancia, completamente. Todas las leyes y decretos, todos los tribunales del mundo no podrán arrancarlo del suelo en el que haya echado raices.

El amor no necesita protección porque él se protege a sí mismo. Mientras es el amor el que engendra a los hijos, no hay niños abandonados, hambrientos o carentes de afecto.

Algún día, los hombres y las mujeres se elevarán y alcanzarán la cumbre de las montañas, se encontrarán grandes, fuertes y libres, dispuestos a recibir, a compartir y a calentarse en los dorados rayos del amor. ¿Qué imaginación, qué fantasía, qué genio poético puede prever, aunquesea aproximadamente, las posibilidades de esa fuerza en las vidas  de los hombres y las mujeres? Si en el mundo tiene que existir alguna vez la compañía y la unidad, el padre será el amor y no el matrimonio.

*De Anarchism and other Essays de Emma Goldman.

Pues para esta entrada he citado las palabras de una de mis autoras favoritas ene ste tema. Es un texto que me parece contiene muchas reflexiones y creo que es muy bonito. Espero que quien lo lea se interese por leerlo completo, ya que aquí sólo lo resumí.

La educación superior bajo administración neoliberal.

24 julio, 2009

Cada año, las principales universidades publicas de nuestro país, reciben miles de solicitudes de fichas.

Lamentablemente las cifras de rechazados superan por mucho la cantidad de alumnos aceptados.

Es una verdadera lástima ver que la gran mayoría de los aspirantes, quedan fuera, sin la oportunidad de recibir una preparación universitaria.

Tan sólo en la UNAM, el numero de aspirantes aumentó 9.2% respecto al año pasado, pero los espacios únicamente aumentaron 6.3%. Aproximadamente el 8% de quienes presentaron el examen fueron  aceptados.

¿Que sucede?

¿Por qué tanta demanda y tan poca educación?

Pareciera que el estado no está apoyando la educación pública.

Pues que decir, realmente no la está apoyando. Por desgracia vivimos bajo un régimen neoliberal en donde el estado se ha puesto bajo las ordenes de los privados.

La educación privada es la que esta ganando terreno.

¿Para qué se va a preocupar nuestro gobierno por apoyar la educación si puede dejarlo en manos de la iniciativa privada?

Para qué va a gastar recursos invirtiendo en la buena preparación de los jóvenes, si puede dejárselo a las universidades privadas, en donde aprendan lo que ellos quieren: conformismo, pasividad, competitividad… que la crítica quede a un lado, que no seamos capaces de cambiar lo que nos ofrecen, que no seamos capaces de pensar por nosotros mismos. Todo lo que a ellos les conviene para que no tengamos capacidad de reaccionar.

Además de todo, en las pocas universidades publicas que nos quedan, quienes tienen la suerte de obtener un lugar en las aulas se ven en la necesidad de pagar ciertas cuotas que imponen las instituciones.

Hasta donde tengo entendido, la educación es un servicio público que está a cargo del Estado (para eso el pueblo paga sus impuestos).

Y entonces, ¿por qué aparte de pagar impuestos cada alumno debe pagar las cuotas que las universidades imponen?

Debemos tenerlo bien claro, al estado no le interesa que el pueblo se eduque, que aprenda, que piense. En el circo que nos montan todos los días en la televisión nunca saldrá una noticia que tenga que ver con la privatización de la educación. Compra La Jornada y es muy frecuente encontrar una nota con este tema.

Pero esto parece no importar a la comunidad, es más importante la telenovela, así que ya me voy a verla :@

Ah pero pues dejo una rola de la polla 😀

Los mass media como aparato ideológico.

7 junio, 2009

Los mass media, como fuentes de entretenimiento e información son uno de los aparatos ideológicos que el estado emplea para mantener al espectador distraído de lo que debería interesarle, como lo son los asuntos políticos y económicos que lo rigen.

Los mass media, como lo son principalmente, la televisión, la radio, la internet, las revistas del corazón y otras funciones más de todo el circo actuan a manera de hipnotizar diariamente y a todas horas a la población, haciéndonos creer una realidad que no existe.

Es fácil notar el gran poder de control que tienen los medios de desinformación, para eso basta con observar como mientras el estado hace y desase lo que quiere en el país, la población esta tranquilamente mirando como la cenicienta pobre de la telenovela se ha casado con el heredero de una rica familia, preocupándonos porque nuestro actor o actriz favorit@ se ha hecho cirugía o ha cambiado de look, comprando lo que la televisión nos dice que compremos o copiando maneras de vestir, de hablar y de actuar que vemos en los famosos.

¿Esto no te pone a pensar? …¿no te dan ganas de pensar por ti mism@ y empezar a tener una conciencia propia en vez de dejar que una manada de bufones te controlen y te digan que hacer?

LIBERATE, el CONTROL lo tienes TU… CAMBIALE!

Hay un pequeño texto en la pagina de Guerrilla Latina CRIMETHINC con un muy buen texto acerca de la Televisión, puedes leerlo aquí.

Ahh, les dejo un video de una rola relacionada con el tema: